Las acciones de Intel y GlobalFoundries repuntaron en las operaciones previas a la apertura de Wall Street, después de que se conociera que la administración Trump planea reducir la dependencia de importaciones de semiconductores mediante un ambicioso plan de producción local.
Subida de Intel y GlobalFoundries antes de la apertura
En la jornada de este viernes, los títulos de Intel (NASDAQ: INTC) avanzaron cerca de un 2,9% en el premercado, mientras que GlobalFoundries (NASDAQ: GFS) se disparó más del 5%. El impulso se produjo tras un informe del Wall Street Journal que reveló los planes de Washington para forzar a las compañías de chips a producir en Estados Unidos una proporción equivalente a la cantidad que sus clientes importan desde el extranjero.
El mercado interpretó esta noticia como un apoyo directo a los fabricantes con capacidad productiva en territorio estadounidense, beneficiando particularmente a Intel y GlobalFoundries, que ya cuentan con fábricas en suelo norteamericano.
Reacción en Europa y Asia
El efecto contrario se observó en los mercados europeos y asiáticos. En Europa, el gigante de equipos de litografía ASML retrocedió un 0,9%, mientras que ASM International e Infineon cayeron más de un 1%. En Asia, las pérdidas fueron aún más pronunciadas: Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC) cedió un 1,5%, Samsung Electronics retrocedió un 3,3% y SK Hynix se desplomó más de un 5,5%.
Estos descensos reflejan la inquietud de que una política más proteccionista en EE.UU. pueda afectar la competitividad internacional y limitar la presencia de fabricantes extranjeros en el mercado estadounidense.
El plan de la Casa Blanca: una proporción 1:1
De acuerdo con el informe, la Administración Trump está valorando implementar una regla que obligue a los fabricantes de chips a producir en Estados Unidos una cantidad equivalente a los semiconductores importados. En caso de incumplimiento, las compañías estarían sujetas a un arancel punitivo.
Este enfoque se enmarca en una estrategia más amplia para fortalecer la soberanía tecnológica del país, después de que el mes pasado se impusieran aranceles del 100% a todas las importaciones de chips, con la excepción de aquellas empresas que cuentan con producción local.
Un desafío logístico y económico
Sin embargo, la ejecución de este plan enfrenta serios desafíos. Los chips fabricados en el extranjero, especialmente en Asia, suelen tener costes mucho menores debido a la mano de obra más barata y a cadenas de suministro altamente optimizadas. Replicar esa estructura en EE.UU. implicaría enormes inversiones de capital, tiempo y recursos.
El secretario de Comercio, Howard Lutnick, ya ha discutido estas propuestas con ejecutivos del sector. No obstante, persisten dudas sobre la viabilidad real del proyecto, considerando que levantar nuevas plantas de semiconductores puede tardar entre 3 y 5 años y requerir miles de millones de dólares en inversión inicial.
Contexto político y económico
Este plan refleja el énfasis de Trump en reforzar la producción nacional y reducir la dependencia tecnológica de Asia, en un contexto de tensiones comerciales con China y preocupaciones por la seguridad de las cadenas de suministro. El objetivo declarado es garantizar que Estados Unidos no quede vulnerable ante interrupciones externas y pueda liderar sectores estratégicos como la inteligencia artificial, la automoción y la defensa.
El movimiento también se alinea con las tendencias globales: la Unión Europea y Japón han anunciado recientemente programas de subsidios y créditos fiscales para reforzar la fabricación de chips en sus territorios, en un intento de equilibrar la balanza frente al dominio de Taiwán y Corea del Sur en la industria.
Impacto en los mercados
La reacción inmediata en los mercados bursátiles muestra un escenario de doble cara: los fabricantes locales en EE.UU. son los grandes ganadores, mientras que sus competidores internacionales encaran mayores riesgos. A largo plazo, la implementación de este plan podría elevar los precios de producción y trasladarse al consumidor final, encareciendo dispositivos electrónicos, automóviles y equipos de telecomunicaciones.
Aun así, los analistas coinciden en que, de ejecutarse, el programa representaría una oportunidad histórica para empresas como Intel, que busca recuperar el liderazgo tecnológico frente a rivales asiáticos, y para GlobalFoundries, que se ha posicionado como alternativa estratégica dentro del mercado estadounidense.
Conclusión
La posibilidad de que Estados Unidos establezca una política de producción nacional obligatoria en el sector de semiconductores ha sacudido a los mercados globales. Mientras Intel y GlobalFoundries se benefician del impulso inmediato, la industria en su conjunto se enfrenta al reto de equilibrar costos, competitividad y seguridad estratégica.
Lo que está claro es que los chips se han convertido en el nuevo terreno de disputa geopolítica y económica, y las decisiones que se tomen en Washington en los próximos meses podrían redefinir el mapa de la industria global.
